EL GUARDIÁN
El poder llegó a mí, al mismo tiempo que recibí la sorpresa de que mi esposa esperaba a nuestro primer hijo. Todo comenzó con pequeños susurros en mí cabeza, advertencias de cosas terribles que podían pasar y que solo yo podía detener.
Al principio traté de ignorarlos y por mi negligencia, mi cuñado resultó muerto en un accidente de auto, debí obedecer a los susurros cuando pude y cortarle los brazos para evitar que fuera a esa fiesta.
Entonces lo comprendí: el poder había llegado a mí no para enloquecerme, sino para darme la oportunidad de convertirme en un guardián que protegería al mundo y lo haría un lugar más seguro para el advenimiento de mi hijo.
Desde entonces comencé a seguir sus lineamientos y previne decenas de catástrofes, como el robo de un banco al incendiarlo, un ataque terrorista en el aeropuerto después de hacer una amenaza de bomba y la caída de un meteorito que impedí disparándole al perro del vecino.
Salvé muchas vidas, pero las autoridades no lo comprendieron y cuando se enteraron de todas las cosas que hice, me llevaron a juicio.
De no haber sido por mi abogado, que apeló ante la corte argumentando que yo presentaba principios de esquizofrenia, hubiera terminado veinte años tras las rejas.
Jamás supe de dónde sacó la idea, pero fue brillante, el único defecto de su plan es que, por orden del juez y tranquilidad de mi esposa, tuve que asistir con un loquero que a base de píldoras y largas sesiones, trató de curar mi “enfermedad”.
Por más que lo intentaron no pudieron conmigo, fingí tomar sus absurdas pastillas y durante cada sesión seguí el juego hasta convencerlos de que todo estaba bien.
Al paso de los meses, el vientre mi esposa creció y, del mismo modo, el alcance de mi poder también lo hizo, ya no solo se limitaba a voces en mi cabeza, ahora tenía claras visiones de las cosas malas que ocurrirían y de quiénes serían los futuros responsables.
Los nuevos males en el porvenir eran más grandes de lo esperado y ya no bastaban los sabotajes ni las amenazas para detenerlas, tenía que llegar más lejos, eliminar al mal de raíz.
Fue así como la cacería comenzó y fui detrás de todos aquellos hombres que conspiraban para traer el fin del mundo, como ese reportero del canal cincuenta y siete que encubría los movimientos de los reptilianos, el alcalde que a cambio de poder vendió su alma al diablo y el director de un hospital que en secreto fabricaba un virus mortal.
Hice eso por varios meses y cada vez que asesinaba a otro, las advertencias de mi poder disminuían, hasta el punto de que para el día del nacimiento de mi hijo, llevaba semanas sin tener una visión.
En contra de todo pronóstico, había logrado mi objetivo, hice del mundo un lugar seguro para él o al menos, eso pensé hasta que lo sostuve entre mis brazos.
Apenas entramos en contacto, vi la peor de mis visiones: el mundo convertido en un caos llameante consumido por la guerra, donde un hombre parecido a mí, pero con los ojos de mi esposa, se alzaba sobre un trono de cadáveres y sangre.
“¡Mátalo, mátalo, mátalo!” el poder comenzó a ordenar en mi cabeza y por primera vez en mucho tiempo, no supe qué hacer, me esforcé tanto para proteger la seguridad del mundo, solo para enterarme de que al final, sería mi propio hijo quien lo destruyera.
Finalmente tomé mi decisión y comencé a estrujar al niño entre mis brazos con el fin de quebrar su cuello, pero antes de que pudiera aplicar la fuerza necesaria, los médicos intervinieron y me lo arrebataron.
Traté de explicarles lo que pasaba, nadie me escuchó y después de llamar a la policía, fui llevado a un manicomio, lejos de mi mujer y de ese niño.
Ya han pasado veinticinco años desde entonces, ese monstruo se ha vuelto un hombre y yo jamás pude escapar de aquí para detenerlo.
Ahora, mientras me preparo para saltar de la azotea, observo a la distancia las explosiones provocadas por las bombas nucleares, aquel engendro ha comenzado con su plan.
Realmente me sabe amargo el sabor de mi fracaso, pero al menos, el mundo por fin sabrá que su guardián siempre tuvo la razón.
Texto: EL GUARDIÁN
Escrito por: Ronnie Camacho