He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que
Cristo
Fernando Pessoa
Mi condena yace en un reloj al que le sobran cinco minutos
de arena
y aún así no logra alcanzar al presente:
a mi pena le caben siete mil millones de nombres,
por eso me pesa tanto el cuerpo.
A veces, el dolor se concentra en alguna parte de mí,
y no me doy cuenta hasta que me descompone.
Hoy me rompió la espalda,
de tantos mundos que se terminan,
y sólo lo sé por el ruido que hacen los añicos revoloteando
cada vez que mis pulmones toman aire.
En el pedazo de verdad al que tengo acceso
está la negación de una presencia incongruente,
están las palabras que migran de la razón a la
incredibilidad:
el cielo está cayendo a destellos.
Me dicen que no pasa nada si se desprende de a poco,
que sus fuegos están muy lejos y no pueden lastimarme;
pero yo veo las detonaciones cada vez más cerca.
No voy a asumir la culpa de su daño;
lo que está oculto no es mi debilidad,
es la paz que brinda el desinterés.
El cielo se cae
y cada pedazo menos
es un pedazo más en mí.
Mi pedazo de verdad
tiene siete mil millones de nombres
y yace en el contorno
de un recuerdo de algo que aún no sucede,
en el brillo de algo que ya se olvidó.
En esta verdad
mis lágrimas encuentran en su suicidio la ofrenda:
es otra forma de matarse.