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MANIFIESTO MALPENSANTE 4

Despertó malpensante llorando lágrimas heridas y, ardiendo en mísera fiebre, bajó de la alta copa del sauce donde habitaba; anduvo lastimoso hasta alcanzar un manantial donde sanar su infortunio y calmar el árido odio de su lengua. A rastras llegó al linde, mas, al intentar beber, convirtiéronse aquellas aguas en pútrido lodazal. Anhelante e hirviendo en epifánica fiebre reconoció Malpensante su imagen en el barro, y al aproximarse, el engendro de su imaginación habló: 

   —Tengo para ti, hermano mío, una pregunta que escupo para conocer el vacuo fondo de tu alma: tú que deseas el agua para huir del abrazo de la muerte ¿qué derecho tienes de desear la vida? Bebe de mi seno, infame, Pues atento contra lo bueno y lo correcto al bañar mi interior de ti

   Probó Malpensante las aguas y al sentir el acedo lacerar de su tacto las escupió al instante


  —Mírame de nuevo -dijo el reflejo- que de las amargas lágrimas de los marginados has bebido. Con tu árida lengua respóndeme ¿eres dueño de ti mismo o es que Nos hallamos atrapados en el lenguaje que nos permitimos?

   Pero Malpensante guardó ignominioso silencio

   —¿Por qué callas, miserable? O dime ¿quién habla por ti? Si es que algo de alma bondadosa ha penetrado en tu órfico ser Tiembla, renuncia a esto y resiste, que pronto el centro se desliza al centro, lo otro no tendrá lugar

   Malpensante habló, mas sus palabras se hicieron añicos, rotas por el viento

   —Comete el suicidio que haga de tu inmunda esencia un ente creador -sugirió el reflejo- pero hará falta que mortifiques tu cuerpo para crear un primer móvil, una rueda que gire sobre sí misma Mientras la vida se ampolla. Muere en nombre de tu existencia, si Es cierto que las ondas acústicas no necesitan ser vistas para existir: en eso son hermanas del dolor y tú eres su bastardo

   Se desvanecía Malpensante, formando parte de su reflejo, sin poder gritar el hórrido grito de dolor que sentía Alguien me había cosido la boca con hilo de cáñamo y mientras los vapores del pogromo lo engullían Dejaban ver mi cuerpo borroso del otro lado. 


   Emergió Malpensante de entre las entrañas de la tierra, no como fue, sino formado por las ideas de quienes han sido sometidos por otras ideas, Ese monstruo se ha vuelto un hombre y yo jamás pude escapar de aquí para detenerlo. Ya nadie puede detener a ese cuerpo deforme, porque sus entrañas fueron creadas por la voz de las voces muertas que pretenden ser monstruosas, inicuas, y provocar, al menos, el pánico y el asco del monstruo que somete a las ideas y que ha de morir en las siguientes páginas. 


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